La falsa democracia mexicana, mientras los intelectuales y alguna parte de la población abrazan la democracia como un baluarte del país, el grueso de la población desea caudillos.
Y es que la construcción mental de la democracia varía dependiendo el autor, la escena, tiempo y narrador.
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La democracia en México
Desde el México independentista, nació la idea de la democracia, la constitución de Cádiz de 1812, propiamente española, fue la primera en contemplar elecciones, conforme se fue perfeccionando en las constituciones ahora si mexicanas de 1839 hasta 1857, concluyendo en la de 1917, esas ideas democráticas, fueron impuestas a un pueblo que se sublevaba y que no encontraba razón más allá de las profundas desigualdades que sufrían; muchos años han pasado, y del México post revolucionario que de todo había, menos un democracia, con un partido hegemónico, con caudillos acuñados en su interior, como Lázaro Cárdenas, o un López Mateos.
No fue hasta después de un descarado fraude electoral en el año de 1988, que el gobierno se vio obligado a dar un salto democrático real y crear un órgano electoral como el IFE (Instituto Federal Electoral), hoy INE (Instituto Nacional Electoral), y que pudo fincar las bases para que un caudillo como Vicente Fox moviera a todo el país a lograr la primera alternancia en el año 2000.
En nuestra nación parecía por primera vez que la palabra democracia encontraba eco en la ciudadanía más allá de los autores e intelectuales, el desgaste de la alternancia llego muy rápido, y no fue hasta el 2018 en donde se dio muestra de la consagración del caudillismo con la llegada del presidente actual.
El caudillismo
Hoy el país se divide por el caudillo que pareciera que son los más, contra el mexicano que cree en las instituciones y en la democracia. El caudillo, ha logrado la fe ciega de sus seguidores, una fe más allá de la realidad… es tan solo “tenerle fe”. La fe de las medicinas que ahora se saca una nueva propuesta de solución, cuando hace más de tres años dijo que se dejaba de llamar Andrés si no se solucionaba en meses. Y así un largo etcétera, el país del caudillo que gana con pasión y no con razón.
El caudillo ríe, el poder es el, de lo bueno saca raja política y de las culpas las envía a otros. La democracia parece no dio resultados y si muchas culpas… el caudillo simula dar soluciones y para lo malo, una excusa.
El un país que sufre y llora su realidad, culpa al pasado, pero que se agudiza en el presente.
¿Qué país será el del futuro? ¿Caudillo o democracia?
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