Más de 50 países se han acercado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para negociar los aranceles impuestos a nivel mundial, según informó Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. La política arancelaria, que entró en vigor a las 00:01 horas del sábado, ya ha comenzado a tener efectos tanto económicos como diplomáticos.
“El Representante de Comercio me entregó un informe según el cual más de 50 países se han puesto en contacto con el presidente para iniciar una negociación”, declaró Hassett. Los países afectados buscan evitar o reducir los impactos de la nueva medida que impone un arancel general del 10 por ciento a 184 países y territorios, así como a la Unión Europea.
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Impacto económico y reacciones del mercado
El anuncio, realizado el 2 de abril durante una jornada que la administración Trump calificó como “el día de la liberación”, incluyó también aranceles del 20 por ciento para productos europeos específicos y hasta 34 por ciento para ciertos bienes procedentes de China. Estas medidas han generado preocupación en los mercados financieros, provocando turbulencias en bolsas internacionales.
Firmas como JP Morgan han advertido que esta política podría llevar a Estados Unidos a una recesión, al elevar los precios al consumidor y frenar el crecimiento económico. Los analistas ven con cautela los posibles efectos inflacionarios, así como una reducción en el poder adquisitivo de los hogares estadounidenses.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, también señaló que los aranceles podrían traducirse en mayor inflación y menor crecimiento. Estas advertencias se suman a la creciente incertidumbre en el ámbito económico global.
Aranceles, inflación y discurso oficial
Pese a las advertencias, Hassett defendió la decisión del presidente Trump, afirmando que la política no representa un impuesto directo al consumidor. “Podría haber algún aumento de precios, pero no será una carga pesada sobre los ciudadanos”, sostuvo.
Argumentó que los aranceles deben entenderse en el marco de una estrategia económica más amplia que busca reducir impuestos, gasto público y regulaciones. Según Hassett, el objetivo es establecer una base arancelaria global que obligue a competir de forma más equitativa, enfocándose en actores considerados “más duros”.
Afirmó que estos gravámenes no deberían tratarse como impuestos tradicionales, pues su efecto dependerá de cómo se ajusten la oferta y la demanda del mercado.
Exclusiones selectivas y postura sobre Rusia
Uno de los aspectos más comentados ha sido la ausencia de Rusia en la lista de países afectados por los nuevos aranceles. Al ser consultado al respecto, Hassett explicó que Rusia se encuentra en medio de negociaciones de paz relacionadas con el conflicto en Ucrania, lo cual, según él, “afecta a miles de personas”. Por ello, consideró que imponerle aranceles en este momento “no es apropiado”.
Esta justificación ha sido vista por algunos analistas como una excepción política, ya que países tradicionalmente aliados como Canadá, México o miembros de la Unión Europea sí se encuentran dentro del paquete de naciones sancionadas con gravámenes.

El enfoque diferenciado hacia Rusia ha abierto el debate sobre la lógica detrás de la selección de los países impactados por las medidas. También ha generado cuestionamientos respecto a las prioridades estratégicas de la administración estadounidense en el plano internacional.
Escenarios posibles y contexto global
La imposición de estos aranceles llega en un contexto de tensiones comerciales ya existentes, especialmente con China y la Unión Europea. Además, podría afectar acuerdos multilaterales previos y generar respuestas similares de parte de los países perjudicados.
Expertos en comercio internacional anticipan posibles represalias por parte de algunos gobiernos, lo que incrementaría el riesgo de una escalada en los conflictos comerciales. También alertan que la cadena de suministro global podría resentirse, afectando sectores clave como la tecnología, la automotriz y la industria agrícola.
Por otro lado, se espera que las próximas semanas sean determinantes para evaluar el impacto real de la medida en los consumidores y productores estadounidenses. También será relevante observar el avance de las conversaciones entre los países afectados y la Casa Blanca, en un intento por renegociar las condiciones o alcanzar exenciones específicas.
La negociación, camino incierto
Aunque la respuesta de más de 50 países muestra el interés por evitar una confrontación comercial directa con Estados Unidos, el rumbo de las negociaciones no está claro. Trump ha insistido en que su política busca corregir desequilibrios históricos en el comercio internacional, mientras que otros gobiernos han expresado su preocupación por el posible debilitamiento del sistema multilateral.
La administración estadounidense ha indicado que considerará caso por caso las solicitudes de los países, aunque no ha establecido plazos ni condiciones claras para posibles modificaciones a los aranceles anunciados.
Por ahora, el mensaje de la Casa Blanca es firme: se mantendrá la política arancelaria como herramienta para rediseñar la estructura del comercio exterior estadounidense. Con ello, la presión se traslada a los gobiernos extranjeros que deberán decidir entre adaptarse a las nuevas reglas o adoptar medidas de respuesta.
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