La violencia en Tijuana ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos meses, con múltiples balaceras y un aumento en el número de homicidios, especialmente en áreas conocidas por su vida nocturna. Mientras tanto, en Culiacán, se libra una intensa lucha entre facciones del Cártel Sinaloa, lo que agrava aún más la situación en la región.
Conflicto entre Cárteles en Tijuana
Desde el comienzo de este año, Tijuana ha sido testigo de al menos siete balaceras, según informes del Semanario Zeta Tijuana. Estos enfrentamientos son resultado de la lucha por el control territorial entre el Cártel de Sinaloa (CDS) y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Las áreas más afectadas incluyen la calle Sexta y la delegación La Mesa, donde se han registrado varios incidentes violentos.
El 24 de septiembre, la situación se tornó aún más grave cuando tres cuerpos fueron encontrados en un vehículo abandonado, acompañados de un narcomensaje firmado por el CJNG. Este evento subraya la escalofriante realidad de la lucha entre cárteles que afecta no solo a los involucrados, sino también a la población civil.
Actores Clave en la Violencia
El conflicto en Tijuana involucra a grupos criminales de ambos cárteles. Del lado del CDS, destacan células lideradas por Edwin Rubio, alias “El Max”, Rafael Yocupicio, alias “El Cabezón”, y Franklin Huezo, alias “El Ranchero”. En el CJNG, los líderes incluyen a Javier Adrián Beltrán Cabrera, alias “El Pedrito”, e Isaac Alhiu Chávez Cabrera, alias “El Puma”.
Los métodos empleados por el Cártel de Sinaloa para pelear por el territorio incluyen el reclutamiento de narcomenudistas y homicidas de la periferia. Estos delincuentes operan en los alrededores de los antros, vendiendo drogas y realizando actividades delictivas sin ser identificados por las autoridades.
Modus Operandi y Afectaciones a la Población
Investigaciones realizadas por las autoridades revelan que los narcomenudistas no operan dentro de los bares, sino que se agrupan en sus alrededores. Videos de cámaras de vigilancia han captado a estos delincuentes entrando y saliendo de los antros a lo largo de la noche, lo que indica una organización que les permite operar con relativa impunidad.
La escalada de violencia no solo afecta a los involucrados en el narcotráfico, sino que también pone en riesgo a la población civil que frecuenta estas zonas. La lucha por el control territorial ha transformado a Tijuana en un campo de batalla, donde la seguridad pública se ve comprometida.
La situación en Tijuana es un claro ejemplo de cómo los conflictos entre cárteles pueden impactar la vida diaria de los ciudadanos, aumentando la necesidad de respuestas efectivas por parte de las autoridades para restaurar la paz y la seguridad en la región.
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