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En este mes de mayo se conmemora el día del trabajador, de los obreros mexicanos. Lo que nos lleva a analizar cuál es la situación de este grupo de la población, que representan más del 60% de la población censada, según el INEGI.
Comenzamos diciendo que, según la OIT el 10% más pobre tendría que trabajar tres siglos para ganar lo mismo que gana el 10% más rico en un año. Lo que nos habla de la pésima distribución del ingreso en el mundo.
México lamentablemente, está al final de la lista de países de América Latina en que los salarios de los trabajadores son solo el 34.43% en el del Producto Interno Bruto. Es decir, corresponde al capital 65.57. La media mundial es del 51.4% y la de América Latina, de 50.5 por ciento.
La baja participación de salarios en el PIB es el resultado de décadas de neoliberalismo de privilegiar al capital. En cada crisis económica, que ha vivido el país, los ingresos de los trabajadores fueron la principal parte del ajuste.
Por otra parte, la tecnificación de aparato productivo contribuyó al aumento del sector informal. Esto es, más del 50% de la población económicamente activa, y a la precarización del trabajo. No olvidemos que ese 50% no tendrá ninguna jubilación, no tiene aguinaldo, ni seguro social, ni prestaciones para sus familias.
El aumento del salario mínimo que se dio bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, ayudó a disminuir el problema. Pero, evidentemente, no fue suficiente. Algunos autores afirman cuando un trabajador no tiene un salario que cubre sus necesidades básicas, vive en la esclavitud.
El papel de los sindicatos en la situación de los obreros mexicanos.
Los encargados de modificar esta realidad tan desfavorable para los obreros mexicanos serían los sindicatos. Pero únicamente el 12% de la población, que tiene un empleo, están sindicalizados. Y, el país ocupa la posición 28 en la lista de naciones con población económicamente activa sindicalizada. En Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, es de 10.1 por ciento.
No podemos dejar la mencionar la terrible corrupción de los sindicatos y, la falta de democracia en su interior. Es decir, los trabajadores tienen poca representación y, cuando la tienen la corrupción dentro de los sindicatos impide que ellos busquen su bienestar.
Los cambios realizados en la ley del trabajo buscan la democratización de los sindicatos. Pero poco se ha avanzado en este sentido. La mayoría de los lideres sindicales tienen más de 30 años en sus cargos. Una investigación, como se ha hecho con el poder judicial y en el INE, nos mostrarían el verdadero uso que se hace con las cuotas de los trabajadores.
Con las derrotas electorales del PRI, algunos sectores obreros mexicanos que simpatizan con Morena y con el presidente Andrés Manuel López Obrador optaron por crear nuevas agrupaciones afines al nuevo régimen. Destacan dos: La Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), fundada en 2019. Es encabezada por el senador Napoleón Gómez Urrutia, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSSRM).
También recibió la toma de nota el Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), fundado en diciembre de 2018.
Todo esto nos permite afirmar que, es necesario que antes de finalizar la actual gestión de gobierno, se fortalezca y democratice el movimiento obrero. Se investigue todos los sindicatos, obligando a devolver al pueblo lo robado. Se gestione un aumento de sueldo. Que en los empleados del gobierno no haya contratados. Y, se obligue a los empleadores a cumplir con la ley del trabajo. Con eso se haría realidad el maravilloso lema de “primero los pobres”.
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