En el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes se llevó acabó un homenaje al arquitecto y escenógrafo Alejandro Luna , quien falleció el pasado 13 de diciembre.
En compañía de sus hijos Jerónimo y Fiona, Diego Luna llevó las cenizas de su papá las cuales colocaron en un pedestal, a lado de una foto del maestro.
Detrás de Diego Luna, llegó Ana Luna, quién se encontraba acompañada de otros miembros de la familia. Los hermanos tomaron lugar en la primera fila junto a la actual pareja de Rudo y Cursi, Marina de Tavira.
A pocos de haber comenzado la ceremonia los Luna expresaron unas palabras a su difunto padre.
“Si ustedes siguen haciendo teatro, mi papá existe”
Diego Luna
Dijo Diego con voz entrecortada durante su mensaje a los asistentes, habló del legado de don Alejandro, quien dedicó su vida a la escenografía teatral, así como a la construcción y renovación de muchos de los teatros de nuestro país.
“Para mi papá el teatro era todo. Nosotros hicimos una ceremonía en casa para despedirlo, fue muy íntima con su familia muy cercana, pero necesitábamos hacer esto; agradecemos mucho el espacio y que se haya abierto la posibilidad de hacerlo aquí”
Diego Luna
Dijo Diego, quien leyó un escrito de su papá el cuál despertó su amor por la profesión y que “la escenografía no existe, existe el teatro”.
Abrazando a su hermana Diego terminó de hablar, mientras que Ana remarcó la importancia que le tenía don Alejandro a su trabajo y su profesión.
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Palabras hacía Alejandro Luna
Los honores continuaron con el escenógrafo Jorge Ballina, quién se dijo asistente y aprendiz de Luna; recalcó que, aunque hay una larga lista de profesionales de esta labor en México y que todos son profundamente exitosos y talentosos, ninguno como lo fue don Alejandro, uno de los primeros en esta labor.
El actor, director y dramaturgo David Gaitán fue el siguiente en dedicar unas palabras. Visiblemente afectado por su fallecimiento, habló sobre la oportunidad que tuvo de colaborar con el arquitecto y la definió como una experiencia enriquecedora. Contó una divertida anécdota en la que denotó la humildad y el sentido del humor de don Alejandro, quien en el teatro no distinguía edades.
Para cerrar su amigo Luis de Tavira, uno de los últimos con los que Luna trabajó, tomó la palabra y con un muy emotivo discurso expresó el valor cultural de una vida y trayectoria como la del homenajeado. Así mismo recordó el tributo que se le brindó en vida en ese mismo lugar.
Para despedir a don Alejandro, Diego, sus hijos, su hermana y más miembros de su familia montaron guardias de honor, las cuales fueron acompañadas por música de la Orquesta Sinfónica Nacional.