CHILPANCINGO, GRO. (Proceso).– La madrugada del 7 de diciembre de 2011, Marcial Bautista Valle y Eva Alarcón Ortiz, pertenecientes a la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, los cuales fueron privados de su libertad por presuntos policías.
Bautista Valle, era el líder de dicha organización junto con los campesinos Rodolfo Montiel, Teodoro Cabrera, Felipe Arriaga y Albertano Peñaloza, de la Sierra de Costa Grande y Tierra Caliente de Guerrero.
Victoria Bautista Bueno, hija de Marcial Bautista habían convenido en verse en Chilpancingo donde él le entregaría los documentos de evidencia que ella llevaría a la Comisión Nacional Forestal (Conafor), relativo al proyecto ecológico que recién les habían aprobado.
Han pasado 12 años sin tener información de Marcial y tampoco se sabe nada de Eva.
Las mujeres de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán han sido intimidados por autoridades y caciques al igual que los hombres.
Eva, Cabrera y Montiel les tocó cerrar los caminos en la Sierra para impedir que los talamontes subieran a cortar sus pinos.
Tras la desaparición de Marcial y Eva, Juventina Villa Mojica asumió el liderazgo de la organización y en noviembre de 2012 fue asesinada junto con su hijo adolescente en la cima de un cerro de La Laguna, del municipio de Coyuca de Catalán.
Juventina fue asesinada aun con la protección de policías estatales como parte de las medidas cautelares que le otorgaron las autoridades. Su muerte provocó el desplazamiento de varias familias de La Laguna, quienes se refugiaron en Ayutla de los Libres, en Costa Chica.
Familiares de Marcial y Eva han presentado pruebas que muestran que en el grupo que se los llevó había policías ministeriales y municipales, así como miembros de Los Granados, un grupo criminal asentado en la zona. Se sabe que de los tres consignados por el caso, dos son policías.
La familia de Marcial, señalan que el líder era acosado por dicho grupo criminal, con origen en Tecpan de Galeana, un municipio de la Costa Grande, donde operan otras estructuras criminales.
Victoria, hija de Marcial asegura que el grupo de Los Granados intentaba entrar a la Sierra, donde ya habían cometido algunos crímenes. Incluso, dicen, los criminales buscaron al dirigente ecologista. Su propósito era intimidarlo para hasta la Sierra y que les dejara sus caminos libres para ellos poder transitar su droga y llevar gente secuestrada, pero él se negó, por eso desapareció.
La función principal de la organización que lideraba Marcia era cuidar los bosques. Montiel, Cabrera, Arriaga y Peñaloza fueron perseguidos y reprimidos; algunos fueron emboscados; otros, encarcelados por delitos diversos. Fueron asociados con la guerrilla.
Pese al acoso, los ecologistas lograron cosas significativas en la parte serrana de Petatlán, como el retiro de la empresa estadunidense Boise Cascade, una compañía que llegó con una concesión de gobierno a la región en los noventa a explotar los bosques.
Con la ayuda del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Montiel y Cabrera lograron que se emitiera una sentencia en noviembre de 2010 en la que se pidió al Estado mexicano reparar los daños por su encarcelamiento indebido en 1999.
En febrero de 2001, ambos recibieron el Premio Chico Mendes, el más importante dentro de la ecología; en abril de 2000 habían obtenido de manos de The Goldman Foundation el Premio Medioambiental Goldman.
Los pobladores la Sierra de Costa Grande y Tierra Caliente han denunciado la explotación de los recursos naturales, así como el acoso de grupos armados que operan en ese entorno desde hace años.
Tras la matanza de siete personas, entre ellas un menor, el pasado 10 de diciembre, los pobladores insistieron en que el fondo del problema son los recursos naturales.
Es eso. Son nuestras maderas, porque tenemos maderas muy finas, eso sí. No hay otra cosa
Comisaria de El Durazno, Azucena Rosas García
De las 17 mil 460 hectáreas que tiene el ejido, más de 16 mil son forestales; ahí hay diversas especies de pino, además de ayacahuite, considerada como una de las mejores maderas, y oyamel.
El antropólogo Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, organización que ha llevado la defensa y acompañamiento de ecologistas como Felipe Arriaga, sostiene que la disputa histórica en la Sierra es por la madera.
Según Barrera Hernández, antes como hoy el control en ese entorno se sustenta en el poder de fuego de los grupos de poder para someter a los habitantes y la ausencia de las instituciones del Estado.
Añade que la ausencia de instituciones a favor de ambientalistas ha dado pie a que la riqueza natural de la Sierra sea un botín de guerra.
Fuente: Proceso
Imagen: El Sol de Veracruz