Todos los seres humanos compartimos una ascendencia africana común, lo que hace que la historia de África sea la historia de todos nosotros. Sin embargo, todavía se conoce poco de la evolución genética de los humanos que habitaban en este continente en la prehistoria. Gracias a los avances de la tecnología de secuenciación del genoma, la comunidad científica ya puede comparar el ADN de personas vivas en la actualidad con el ADN extraído de esqueletos milenarios, lo que nos ofrece una instantánea única de la vida en África de hace miles y miles de años.
En el campo de la genética humana, la historia de Eva, la madre universal, resulta muy conocida. Describe como todos los seres humanos vivos en la actualidad descendemos de una mujer que vivió en África hace 200.000 o 300.000 años.
Eva mitocondrial
Sin embargo, al igual que la mayoría de historias simples, el relato de la Eva mitocondrial no es del todo exacto ni completo. Si bien la comunidad científica concluye que es cierto que la aparición de los seres humanos se dio en África, Eva sería solamente una de las muchas mujeres que vivió en esa época, y ciertamente no la primera.
Lamentablemente, la realidad es que el ADNmt nos da una visión limitada del tiempo o los patrones de la diseminación y dispersión de la población. Mateja Hajdinjak, bióloga molecular, explica el significado de este vacío en el conocimiento.
Hajdinjak es la investigadora postdoctoral del proyecto ORIGIN, una iniciativa financiada por la UE con sede en el Instituto Francis Crick de Londres, Reino Unido, que analiza el ADN de los restos humanos encontrados en yacimientos arqueológicos de África.
Extractos de ADN Hajdinjak forma parte de un número creciente de personal investigador que trabaja incesantemente para llenar los vacíos históricos, yendo más allá del análisis del ADNmt mediante el uso de las técnicas de secuenciación del genoma completo más recientes.
“Uno de nuestros objetivos básicos es descubrir cómo usar el ADN prehistórico para reconstruir las migraciones milenarias de la población dentro de África y de África a otras partes del mundo”, apunta Hajdinjak.
Aunque ya tenemos mucha información sobre la historia antigua en Europa gracias a las técnicas de secuenciación modernas, los estudios de ADN prehistórico de muestras provenientes de África se han quedado atrás.
Enriquecimiento genómico
La comunidad científica, gracias a las herramientas de enriquecimiento genómico de última generación que permiten extraer y amplificar el ADN de minúsculos fragmentos de huesos o dientes, también está empezando a conseguir un progreso notable en la secuenciación del ADN prehistórico proveniente de África.
Al estudiar los datos de esta manera, el personal investigador está siendo capaz de reconstruir sucesos de la antigüedad e indagar en las relaciones que surgieron entre las distintas poblaciones africanas.
El objetivo de ORIGIN no es solo satisfacer nuestra curiosidad natural por saber de dónde venimos, sino también descifrar la cronología de nuestra evolución genética y usar esta información para predecir nuestra evolución potencial en el futuro.
La leche y los productos lácteos son una preciada fuente de energía, pero el estado ancestral por defecto es la intolerancia a la lactosa.
Otra variante genética que habría potenciado la supervivencia humana tras su aparición en el genoma es la mutación de las células falciformes. Esta variante genética confiere cierto grado de protección contra la malaria. Sin embargo, dicha mutación es un arma de doble filo, ya que también es responsable de la anemia falciforme, una grave enfermedad crónica que sigue estando presente en algunas zonas de África.
Mezcla genética
El equipo investigador que participa en el proyecto AfricanNeo, respaldado por la UE, está especialmente intrigado por las primeras prácticas agrícolas en África. Están comparando muestras de ADN prehistórico con ADN contemporáneo para aclarar cuándo empezaron las migraciones de las poblaciones africanas por el continente.
Estas migraciones tuvieron un enorme impacto en la mezcla genética de los grupos, pero los investigadores están descubriendo que esta expansión fue una compleja serie de acontecimientos que no pueden reducirse a una narrativa simplista al estilo de la Eva mitocondrial. “La expansión no fue uniforme en todo el continente”, apunta Carina Schlebusch, profesora asociada de biología evolutiva de la Universidad de Uppsala, Suecia, y principal investigadora del proyecto.
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