El caso de Israel encierra una triste paradoja. Por un lado, el Estado de Israel existe porque una resolución de Naciones Unidas le concede el derecho de existir. Es el primer Estado moderno creado de esta manera. Por el otro, el Estado de Israel no deja de vulnerar sistemáticamente todas y cada una de las resoluciones de esa misma organización que le dio la vida y que le reconoció la legitimidad de su existencia.
Israel representa a un pueblo que sufrió crímenes atroces. Años después es responsable de vulneraciones constantes del derecho internacional y de un sometimiento, represión y opresión constitutivos de crímenes de guerra contra otro pueblo: el palestino.
Con el paso de los años, las comunidades judías asentadas en la Palestina histórica fueron creciendo y, con ello, aumentaron los enfrentamientos entre los palestinos que reivindicaban la independencia y los judíos que consideraban ese territorio como propio. Ante este panorama, el Reino Unido acudió a Naciones Unidas en 1947, que emitió la Resolución 181 (II) que dividió la región en dos Estados: uno árabe y otro judío. A este último se le asignó el 54% del territorio. A Jerusalén, ciudad clave para ambas culturas, se le asignó un estatus de “corpus separatum” bajo un régimen internacional.
Pero en 1948, Israel ganó la Guerra y pasó a ocupar el 77% del territorio, incluido el oeste de Jerusalén. Más de la mitad de la población árabe fue expulsada o huyó del territorio. Otras fuentes de Naciones Unidas hablan incluso del 85%, más de 70 años después, la cifra de personas refugiadas supera los cinco millones. Se trata de la población refugiada más antigua de la historia moderna y uno de los principales focos de debate del conflicto.
Años más tarde, en 1967, tras la Guerra de los Seis Días, Israel pasó a ocupar la totalidad de Gaza y Cisjordania, generando un nuevo éxodo de palestinos de aproximadamente medio millón de personas. Esta guerra es el comienzo oficial de una ocupación y colonización a través de los asentamientos ilegales de los Territorios Palestinos Ocupados que dura ya más de 50 años.
Gaza es la prisión más grande de la tierra. Según el propio Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, es “el infierno en la tierra”. Una de las regiones donde la situación humanitaria es extremadamente preocupante y donde viven 1,6 millones de personas, de las cuales, más de la mitad son menores. Gaza es uno de los lugares más densamente poblados del mundo.
El principal problema del mundo moderno no es la falta de leyes, sino la ausencia de voluntad política. Como dijo el Secretario General Antonio Guterres “no puede haber paz sin justicia, ni justicia si prevalece la impunidad”, ni tampoco puede haber paz si no se respeta el derecho internacional, pero la comunidad internacional, no hacen valer lo que sus propias leyes, decisiones y obligaciones humanitarias. Sin una intervención decisiva de la comunidad internacional, el status quo de la ocupación puede mantenerse indefinidamente como consecuencia de los grandes desequilibrios de poder.
Por su parte, tras el conflicto armado de mayo de 2021, Naciones Unidas anunció una comisión internacional de investigación. Las conclusiones de dicha investigación son claras: Israel debe poner fin a la ocupación y discriminación contra la población palestina. Tal es el poco respeto que Israel siente por el orden y derecho internacional que la propia Comisión afirma que Israel está demostrando que no tiene ninguna intención de acabar con dicha ocupación.
Pero cabe preguntarnos, cuál es el poder real de Israel para lograr no cumplir con las resoluciones internacionales e incluso lograr el veto de ellas y continuar con el genocidio: el apoyo de Estados Unidos, puesto que los judíos que allí viven son muy poderosos y financian gran parte de las campañas de los candidatos.
Y si vamos a los números en el mundo los judíos representan el 14% de la población mundial y los musulmanes casi el 23%.
Mientras tanto, la realidad muestra implica el desalojo forzoso de población palestina y la demolición de sus viviendas; campañas de represión contra organizaciones civiles palestinas acusadas de terrorismo; ataques ilegítimos constitutivos de crímenes de guerra y, escaladas de ataques contra la población palestina y sus bienes en toda la Cisjordania ocupada. Es decir, el genocidio continúa. Mientras las manifestaciones a favor del paro a la masacre, son reprimidas en la mayoría de los países “desarrollados”.
Nos preguntamos cuál será el futuro: lograran las autoridades de Israel desaparecer al pueblo palestino como pretenden, igualando a los que quisieron hacer con ellos; serán alguna vez juzgados por crimines de lesa humanidad, logrará la comunidad internación que Israel cumpla con sus mandatos; se ampliará en algún momento el conflicto con la respuesta de los países árabes.
Solo me queda gritar en esta etapa obscura de la humanidad: ¡Justicia, justicia, justicia!