El científico y geólogo colombiano, Hernán Bermúdez lleva más de una década buscando rastros del asteroide que impactó la Tierra hace 66 millones de años en la península de Yucatán y que mató a los dinosaurios.
La colisión no solo causó una extinción masiva que acabó con gran parte de los dinosaurios y permitió que prosperaran los mamíferos. Descubrió en Colombia y México indicios de otro efecto catastrófico: un megaterremoto que sacudió a nuestro planeta durante semanas o meses.
El megasismo fue de tal magnitud que la escala de los terremotos (que va hasta 10) no es suficiente para medirlo, explicó el científico, quien realiza actualmente un doctorado en la Universidad Estatal Montclair en Nueva Jersey.
“Debieron ocurrir sismos y réplicas de magnitud 11 o más, algo nunca experimentado por el ser humano”.
Bermúdez señala que “la energía liberada fue equivalente al estallido de 10 mil millones de bombas de Hiroshima o a 50 mil veces la energía que produjo el terremoto del 2004 en el sureste asiático (de magnitud 9,1)”.
Estos sismos, agregó el científico, deformaron el terreno miles de kilómetros alrededor del punto de impacto en la península de Yucatán.
“Los sedimentos sufrieron licuefacción y se deformaron decenas de metros bajo la superficie“.
“La isla Gorgonilla”
La isla Gorgonilla, es uno de los sitios del mundo que mejor preserva rocas de este instante de tiempo”.
“Hace 66 millones de años, lo que hoy es Gorgonilla era un lugar de volcanes submarinos, sumergidos más de 2000 metros en el fondo del mar”.
Hasta allí llegaron expulsadas desde el sitio del impacto millones de diminutas “cuentas” o esférulas de vidrio.
“Estás esférulas, llamadas tectitas, son pequeñas gotas de roca fundida, que se formaron cuando el asteroide golpeó la superficie terrestre y formó el cráter de Chicxulub y acabo con los dinosaurios”.
“Millones de toneladas de roca líquida y la vaporización del meteorito, además de gases y polvo, fueron lanzados a la atmósfera, cayendo poco tiempo después como una lluvia ardiente que cubrió gran parte del globo y causó incendios forestales masivos”.
Las tectitas se asentaron lentamente en el fondo del mar, formando una capa de 2 cm de espesor que se preservó por millones de años.
Hoy en día es posible observar esa capa cuando queda expuesta al bajar la marea durante unas dos horas al día.
Evidencias en el sureste de Estados Unidos y México
Bermúdez también halló indicios del megasismo en el sureste de Estados Unidos y en México.
“Al igual que en Gorgonilla, en el desierto de Chihuahua, México, encontramos evidencias de rocas deformadas por efecto del megaterremoto de Chicxulub”.
“Junto a colegas mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (los doctores Francisco J. Vega y Michelangelo Martini y el estudiante Francisco Vega) estamos reportando evidencias de deformación en las rocas del límite K/Pg en varias localidades del desierto de Chihuahua”.
“En la localidad de El Papalote, cerca de Monterrey, Nuevo León, hemos podido identificar estructuras de licuefacción por unos 20 metros por debajo del límite K/Pg y unos metros por encima“.
Debido a esto, y a la cercanía al cráter de Chicxulub, el mega-tsunami que produjo el impacto del asteroide dejo su huella en sedimentos que ahora han sido convertidos en roca. “Un depósito de areniscas y guijarros con abundantes fragmentos de roca, esférulas de impacto y fósiles arrastrados por la fuerza descomunal del tsunami se acumuló de forma irregular en la región”.
¿El megaterremoto duró semanas o meses?
El megaterremoto que describe Bermúdez corresponde no solo al sismo inicial sino a sus réplicas.
“Es imposible saber cuándo pudo durar cada uno de los sismos, solamente podemos inferir que combinados duraron meses, sino años”.
La duración, según Bermúdez, queda en evidencia en la deformación de las rocas.
“En Gorgonilla, las rocas están deformadas 12 metros por debajo del límite K/Pg, mostrando que los sedimentos se comportaron como una gelatina por efecto de la licuefacción y las continuas sacudidas sísmicas”.
“Pero aún más interesante es que la capa de esférulas y los sedimentos justo encima de ella también están deformados. Esto indica que seguían temblando mucho tiempo después del impacto“.
“Tenemos evidencia de que el mega terremoto y sus réplicas duraron semanas o meses (quizás incluso años), pues las rocas están deformadas incluso por encima del límite Cretácico – Paleógeno o K/Pg”.
“Esto demuestra que la región seguía siendo afectada por sismos recurrentes producto del impacto mucho después de la colisión del bólido celeste”.
El resurgimiento de la vida
Otra prueba de la duración de los sismos proviene de polen, explicó el geólogo.
“En la isla de Gorgonilla, el análisis del polen fósil nos permitió encontrar, por primera vez en el trópico, evidencias de la recuperación de la vegetación después de la extinción masiva del límite K/Pg”.
“La Dra. Vivi Vajda, del museo de historia natural de Estocolmo, encontró que 1cm justo encima de la capa de esférulas, hay una gran cantidad de esporas de helechos, que indican el inicio de la reactivación de la fotosíntesis después de meses de oscuridad (por efecto del impacto)”. Los helechos son plantas muy resistentes que fácilmente se recuperan después de eventos de devastación como incendios o erupciones volcánicas.
Bermúdez tiene previsto continuar con sus expediciones de campo
“Actualmente existen muchas técnicas que involucran análisis sofisticados. Aunque estos estudios son muy importantes, yo creo que es clave que sigamos yendo al campo y tratemos de observar las rocas en el terreno”.
“En América Latina hay muchos otros sitios donde se han identificado depósitos del impacto de Chicxulub. Tenemos reportes en sitios tan distantes como Brasil, Argentina, Cuba o Haití, que guardan muchos secretos”, señaló el geólogo a BBC Mundo.
“Lastimosamente, la falta de recursos y de apoyo a la investigación científica en nuestra región han demorado el avance de la ciencia y permitido que, en muchas ocasiones, sean los investigadores internacionales los que hagan los reportes de las maravillas que guarda nuestro patrimonio geológico y paleontológico”.