Hace más de 22 años en México existía una historia de una partida secreta. La cual era una bolsa de recurso público que tenía a disposición el mandatario en turno para hacer y deshacer. Haciendo que millones de mexicanos salieran a las calles un 2 de julio de 2000 para hacer patente el hartazgo del gobierno priísta que había estado en Palacio Nacional por más de 70 años.
El que saliera el PRI de los pinos, no fue por un solo partido, fue por diversos factores, actores y coyunturas que vivía nuestro país. En donde uno de los temas era la opacidad con la que se manejaban los recursos públicos. Nadie sabia en qué, cómo y cuánto se erogaba; ni las empresas, los contratos y un largo etcétera.
Con la llegada de la alternancia, se llevó a cabo, casi al inicio de su sexenio con Vicente Fox, la publicación de la “LEY FEDERAL DE TRANSPARENCIA Y ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA GUBERNAMENTAL”. En ese momento había quien se sorprendía que dicha ley no entrara en vigor en el siguiente sexenio, sino en el mismo. Trae desde ese entonces varios escándalos por la información. Desde las toallas de los pinos, hasta las estelas de luz, contratos. Y ahora, en este sexenio, la casa gris del hijo del ejecutivo, así como el caso de SEGALMEX, entre otros tantos.
El regreso inició con la llamada clasificación de seguridad nacional y darle ahora todo el “poder constructor” al ejército. Iniciando así una nube de humo y acciones dilatorias para saber en qué, cuánto y cómo, se gastan los dineros de lar arcas del país. Convirtiéndose así en lo que tanto criticaban. Ahora vemos que no paró ahí, sino que, la intención es desaparecer a un instituto autónomo que ha servido de contrapeso al poder. Ya sea del PAN, PRI y ahora MORENA, y ha sido incómodamente transparente. Es así como se revive la partida secreta en pleno siglo XXI.