Por Dr. Alejandro Guerrero
Los problemas de salud entre los seres humanos que tienen origen (etiología) entre cientos de agentes microbianos clasificados según sus elementos y características, no se circunscriben a un simple proceso biológico del paso de un organismo que lo porta (caso fuente), con o sin síntomas, por un mecanismo directo o indirecto, a otro organismo susceptible el cual, luego de un periodo de incubación, terminará por convertirse en un nuevo portador sin síntomas o bien, con síntomas que sean específicos de un cuadro clínico que pone de manifiesto lo que interpretamos como enfermedad.
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En el proceso que alcanza y afecta en menor o mayor medida, a la persona contagiada van correlacionados múltiples factores como: la edad, el género, la situación emocional, su estilo de vida, su nivel de información o conocimientos, su condición económica, el grupo al que pertenece, etc. Por este motivo los notables esfuerzos para erradicar del paisaje planetario a los agentes infecciosos, ha resultado exitoso con uno solo de ellos, el virus causante de la viruela, que fue el origen de devastadoras epidemias durante siglos, tal como lo han sido hasta nuestra época la peste bubónica (Madagascar enfrenta ahora el peor brote en los últimos 50 años), el cólera morbo, la tuberculosis, el paludismo y más recientemente el VIH.
Casi dos centurias hubieron de pasar para que el afortunado descubrimiento “del padre de la inmunología”, el médico británico Edward Jenner, nos legara su humanitaria ciencia, en tiempos en que la atención de la salud no se regía por la economía del mercado, al servicio del género humano para abatir los casos de esa terrible y contagiosa infección que fue traída al “nuevo continente” por un esclavo en un barco de la corona española hacia 1520 y que se extendió tan ampliamente que tuvo resultados funestos en la caída de los centros de nuestros ancestros en las regiones Azteca e Inca.
El incipiente uso de esa rudimentaria vacuna que el Dr. Balmis llevo en los navíos desde la Coruña en 1803 y le dio la vuelta al mundo en un viaje de diez años, alcanzado territorios como Cuba, México, Venezuela, Colombia, Perú y Argentina en el Continente que aún pertenecía a España, que es considerada como la expedición filantrópica más relevante en los anales de la historia de la salud pública y que para poder hacer los “pases” del líquido vacunal de costras y ulceras de niños con lesiones variolosas en la piel brazo-brazo y conservar la viabilidad de la vacuna, contó con el auxilio de Isabel Zendala, quien es considerada en Cuba como la primera enfermera internacionalista.
Para la mitad del siglo pasado, la viruela fue erradicada en México y a la par que la llamada “Guerra Fría” iba concluyendo entre los colosos que tenían que llegar a acuerdos incluso en materia de salud, hacia 1978 en Somalia se detectaba el último caso de la enfermedad, que permitió a la Organización Mundial de la Salud dictaminar en su Reunión de 1980, como erradicado de la faz de la Tierra al único agente patógeno infecto/contagioso, entre todos los que causan enfermedades en los seres humanos.
Volviendo al V.I.H S.I.D.A., que trae de la mano decenas de infecciones y cáncer oportunistas, asociados a la condición de deterioro inmune que el virus provoca y contra el cual no hay ni una incipiente vacuna, que de elaborarse seguramente sera puesta con fines comerciales, no como la de Jenner, pensemos cuanto habrá que esperar para que dé resultados para la erradicación definitiva ¿o no habrá ni vacuna, ni erradicación del VIH?
De acuerdo a las cifras consultadas en los reportes del CENSIDA para fines del 2016 habría en nuestro país casi 225 000 personas identificadas con VIH, de las cuales el 52% permanece con vida, en diversas etapas del horizonte clínico de la infección/enfermedad. El 95% de estas infecciones han resultado de sostener relación sexual sin condón, representado entre las mujeres el 20% del total de estos casos y observándose una tendencia a presentarse en el grupo poblacional de entre 15 a 29 años con un cierto incremento en los últimos años, además de acompañarse de otras infecciones de transmisión sexual (sífilis, herpes, virus del papiloma humano, gonorrea, etc.) lo que señala la poca adopción de prácticas sexuales “protegidas”.
A partir del verano de 1983 cuando el Dr. Hugo Cabrera Bastarrechea describió a la primera persona con los síntomas del VIH en nuestro medio (Hospital Lic. Benito Juárez del IMSS), la UADY en su centro de Investigaciones Biomédicas Dr. Hideyo Noguchi realizo seguimiento del comportamiento de la epidemia en la Península por espacio de 10 años, publicando reportes entre otros, los doctores Renán Góngora Biachi y Carlos Castro Sansores. Así mismo la Doctora en Ciencias Beatriz García público en la Revista de Investigación Clínica a fines del 2006 la encuesta de tamizaje entre 39,393 donadores de sangre del CMN Ignacio García Téllez del IMSS en Mérida que se presentaron entre 2002 a 2004 en los que se identificaron a 53 personas “sanas”, que eran portadores de anticuerpos contra el VIH (0.13%).
Yucatán acumula prácticamente 5000 personas afectadas entre 1983 a 2015.
La incidencia acumulada de casos de VIHSIDA en los Tres Estados de la Península rebasa notablemente el promedio nacional que es de 175/100 000 habitantes; en tanto que para Yucatán fue de 300/100 000 (solo por debajo de D.F. con 415 / 100 000); Campeche y Q. Roo 265/100 000.
Así mismo los nuevos casos registrados por año en Yucatán y Campeche tienen tasas más elevadas que el promedio nacional (186/100,00), en tanto que es de 295 y 271 por 100 000 para esas entidades respectivamente.
Por lo tanto, no solo es importante que a partir del 2003 las personas afectadas por el virus cuenten con el recurso terapéutico anti retroviral, aun aquellos que no tienen seguridad social, y que representa para el sector oficial, una inversión anual aproximada de 45 mil pesos por caso tratado, pero que solo cubre los anti virales y no otros costos que son adicionales, por lo que debe enfatizarse en las campañas para una detección oportuna (es probable que más de la mitad de personas con VIH, vivan sin saber que están contagiadas), ofrecerles un tratamiento temprano y eficaz disminuyendo la “carga viral” o sea la cantidad de virus periféricos, y al mismo tiempo el riesgo de contagio y retenerlos en el sistema de atención médica para su control a largo plazo, metas que en estas tres categorías (detección, tratamiento eficaz y retención) la Salud Publica en México debe alcanzar el 90% en cada uno, situación que aún está lejos de cumplirse para el año 2020.