México necesita una nueva transición democrática, dice Lorenzo Meyer. El académico del Colmex y colaborador de Aristegui Noticias, sostiene que la sociedad mexicana se encuentra ahora más fogueada y ha entendido que los cambios no son tan sencillos, como se pensó con Vicente Fox. En su nuevo libro, Distopía mexicana (Debate), el historiador analiza a fondo la presidencia de Enrique Peña Nieto y advierte, “vamos a un México donde los privilegios se concentran en unos pocos”.
¿Qué tan lejos o cerca estamos de la distopía?
Así como nunca llegaremos a la utopía tampoco llegaremos a la distopía, pero para allá vamos. Pongo ambos conceptos como dos polos, y no es nada más algo mexicano sino de todas las naciones. Es normal tener un proyecto que de energía, imaginación y rumbo. La revolución mexicana era una utopía que planteaba deshacerse del régimen de Porfirio Díaz para dar cabida a otro donde tuvieran cabida las clases populares y donde la tierra tuviera una mejor repartición; donde la explotación de los recursos naturales fuera para los mexicanos. El Cardenismo, es quizá el momento donde estuvimos más acerca de alcanzar la utopía. Ahora vamos a un México donde los privilegios se concentran en unos pocos. Es decir, lo opuesto. No hay un camino propio dependemos de lo que digan los Estados Unidos, ahora por medio de Donald Trump.
¿En qué momento tomamos el camino contrario? La transición democrática suponía una ruta hacia un país más próspero.
Aquí el punto clave es el sexenio de Vicente Fox. Quien abrió la brecha para la salida del autoritarismo presidencial priista fue la izquierda, el problema es que quedó exhausta y por ahí se metió el discurso simplista del panismo foxista. A los tres años la utopía democrática se vino abajo porque carecía de sustancia y se volvió al PRI otra vez. El desafuero de López Obrador fue la prueba de que la democracia mexicana es para unos pocos.
¿Hay una corresponsabilidad de la sociedad en el estado de las cosas actual?
Sí, pero es muy poca. ¿Qué sociedad tenemos? Es una sociedad producto de una colonia que no incorporó a los indígenas ni a los mestizos. El siglo XIX fue aún más duro. ¿ Cuándo las elecciones les han servido de algo? Las elecciones mexicanas han carecido de contenido. Es una sociedad que carga un pasado histórico muy desagradable. No se le puede pedir un compromiso con la ciudadanía cuando por lo menos desde el siglo XVI hasta hace muy poco, la mayoría de los mexicanos eran súbditos.
A lo largo del libro hace un recuento de lo que ha sido este sexenio.
Este es un sexenio claramente oscuro. Las encuestas señalan que la aceptación de Enrique Peña Nieto está a la baja. No veo un proyecto. Me da la impresión de que el salto de Toluca a la Ciudad de México fue enorme y sin experiencia. ¿En este mundo qué sociedad ha tenido al mismo partido en el gobierno por 89 años? Sólo en el Estado de México, esa es la tradición autoritaria del PRI, por eso los actores de este gobierno no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Usted plantea la necesidad de una nueva transición democrática. ¿Cómo debería ser?
Una posibilidad, al menos para mí, es no mantener al PRI en el poder. Soy creyente de Maurice Duverger, quien en su libro Los partidos políticos, escribe: “Todo partido nace con un sello y nunca lo pierde”. El PRI nació por algo inesperado, por el asesinato de Obregón, no por una demanda de la sociedad mexicana. No nació para competir, sino para administrar a la clase política y dirimir diferencias internas. Las elecciones en México carecen de contenido porque de antemano se sabía quién iba a ganar. Necesitamos deshacernos de eso e incorporar a la mayoría. Los partidos políticos en México son deplorables. Al principio tenía mucha fe en el PRD, pero la perdí rápido, ahora es un negocio. Queda Morena, aunque no ha pasado la prueba del ácido. ¿Caerá en lo mismo? ¿Se resistirá? Ambas son posibilidades, aún así tengo más confianza en Andrés Manuel.
¿Por qué es tan difícil la unidad en la izquierda?
No lo sé, supongo que es la desconfianza. Para mantenerse dónde está, Andrés Manuel López Obrador necesita cuidarse por eso confía en él mismo. Ese es un obstáculo, pero a la vez, si confía demasiado lo destruyen.
¿Ve en el 2018 el momento para esta nueva transición?
Es una posibilidad para que el PRI tenga su segunda muerte y sea la definitiva. Si no la tiene, no viene la transición. Vendrán cambios porque nadie puede seguir con el grupo de Peña Nieto, gente con más visión de Estado incluso dentro del PRI. Sin embargo, creo ahora la sociedad ya está más fogueada y ha aprendido que las cosas no son tan simples, ni fáciles. Desgraciadamente, hay una parte de mis conciudadanos a quienes no les tengo mucha confianza.
Fuente: Aristegui Noticias.