En vísperas del noveno aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en México, la presión sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador aumenta, mientras las familias de los estudiantes exigen respuestas y acciones concretas en la resolución del caso.
Los padres y madres de los 43 estudiantes desaparecidos mantienen un plantón frente a la entrada 1 del Campo Militar 1 en Naucalpan, donde se concentra la información de todos los batallones del país. Su demanda principal es que el Ejército mexicano entregue la documentación faltante sobre el caso que podría ayudar a encontrar a los estudiantes. A pesar de que el presidente López Obrador aseguró que ya se entregó toda la información, las familias insisten en que se está encubriendo a quienes podrían tener información sobre la ubicación de los jóvenes.
Las familias y estudiantes han elevado sus exigencias y están presionando para que se entreguen todos los documentos relacionados con el caso. Consideran fundamental obtener respuestas sobre el paradero de los 43 estudiantes y la verdad detrás de su desaparición. Han mantenido reuniones con el presidente López Obrador, quien entregó algunos documentos, pero el proceso continúa con la ausencia del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), creado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El GIEI se retiró del país debido a la falta de colaboración total de las Fuerzas Armadas en la investigación. A pesar de su presencia en México durante ocho años, el presidente López Obrador ahora los acusa de tener intenciones en contra del Estado y el Ejército. Los padres de los 43 normalistas señalan la falta de respeto hacia el grupo de expertos y demandan que se cambie el discurso de negar información pendiente de liberar.
Los familiares y estudiantes insisten en su lucha por la justicia y la verdad sobre la desaparición de los 43 normalistas. No han cesado en su búsqueda y siguen exigiendo respuestas. Aunque algunas versiones sugieren que los estudiantes podrían estar muertos, las familias se aferran a la esperanza y enfatizan que mientras no haya pruebas científicas de su muerte, considerarán que están vivos.
La Comisión de la Verdad del Gobierno mexicano concluyó el año pasado que el caso fue un “crimen de Estado” en el que participaron autoridades de todos los niveles, incluyendo las Fuerzas Armadas. El Gobierno de López Obrador ha rechazado la versión del Gobierno anterior y busca esclarecer los hechos.
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