- Menores inician su vida sexual alrededor de los 12 años
- En riesgo 40% de jóvenes quintanarroenses de sufrir un embarazo no deseado
- En zonas rurales común la práctica de casar a los adolescentes por cuestiones económicas
Herlindo Vázquez.- “Lulú” aún no alcanza ni los 15 años y no sabe si jugar a la mamá o verdaderamente cuidar a su hijo cuando lo tiene en brazos, así lo relata ella ahora que tiene un menor y tuvo que abandonar sus estudios de secundaria.
“Lulú” creció en medio de gritos y maltratos en un hogar disfuncional en el que apenas se podian solventar las necesidades básicas, pues sus padres no tenían más que para lo basico.
Ella encontró en la escuela un escape a esa cruel realidad, pero además conoció a su primer amor, “Fernando” que su único defecto era su edad y urgencia física para iniciar una vida sexual activa.
Ambos, compartieron el amor, los estudios y su tragedia familiar por un breve tiempo, hasta que llego el primer encuentro sexual y con ello un embarazo no deseado.
“Fernando” no pudo con la responsabilidad, también es un niño. “Lulú” hoy dejó su mochila y sus sueños guardados en un rincón, para dar paso a una dificil vida de madre adolescente soltera, que enfrenta además la continúa recriminación de su familia.
Hoy esta joven cuida a su hijo de día, de noche trabaja en una taquería, su panorama de vida es incierto, no sabe qué sucederá con ella y su hijo.
Este es un caso, de miles de adolescentes que se embarazan prematuramente en Quintana Roo, lo que colocó al estado en el 2016 en segundo lugar a nivel nacional por casos de embarazos en adolescentes.
De acuerdo a los registros del Instituto de la Juventud de Quintana Roo, en el estado se registran alrededor de 40 alumbramientos adolescentes diarios, alcanzando los 14 mil nacimientos de madres menores de edad anualmente en la entidad, explicó el titular del instituto, Fernando Méndez Santiago.
“Los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y 13 años. Estábamos en el segundo lugar en embarazos en adolescentes a nivel nacional” agregó.
Los datos duros son frios, 4 de cada 10 adolescentes sufren embarazos no deseados, es decir que casí el 40% de los 508 mil jovenes que tiene registrado el INEGI en la entidad viven esta experiencia que cambia la vida del menor, las familias y el producto.
Adolescentes en zonas rurales de Quintana Roo
La problemática es aún más cruda en las zonas rurales de Quintana Roo, a donde las acciones, programas y campañas de educación sexual y prevención del embarazo en adolescentes no siempre llegan, lo que pone en riesgo a los adolescentes y a los productos de estos embarazos no deseados, dijo el exregidor Rivelino Valdivia Villaseca.
Como ejemplo, dijo que en Bacalar se han registrado cuatro muertes por embarazos prematuros, en las que tampoco sobrevivieron los productos.
“En las comunidades rurales existe la falsa creencia de que la mujer adquiere la mayoría de edad con la menarca (primera menstruación) y ya está lista para hacer familia pero sobre todo, procrear”, refirió.
Añadió que también se concibe que al iniciar su vida sexual, la adolescente desarrollará físicamente con mayor rapidez. Los usos y costumbres aún aplican en algunas comunidades por la falta de sensibilización.
“Eso ocasiona que en comunidades rurales los jóvenes sean casados, por no decir vendidos, desde antes de los 15 años”, expresó. Además de que un porcentaje de niñas son vulnerables a violaciones de sus propios familiares.
Por ello, consideró urgente que las políticas públicas se diseñen de forma que impacten cada rincon del estado a donde viva un joven, para que tanto los menores como los padres de familia reciban orientación y educación sexual.
Actualmente el Grupo Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA), promueve la campaña “Hablemos de Sexo”, dirigida a jóvenes entre 10 y 19 años para ejerzan su sexualidad en forma responsable, sin acelerar decisiones reproductivas, basada en la Equidad de Género y Respeto a sus Derechos.
La cual apenas se puede ver en sitios gubernamentales y en medios de comunicación, espacios que raramente son vistos por el grupo de riesgo, la juventud quintanarroense.