Cancún, Q. Roo.- Un par de turistas, narraron en redes, los momentos de terror y los tratos inhumanos que sufrieron al ser retenidos en inmigración del aeropuerto de Cancún.
Miguel Alonso Fischer, de nacionalidad Española, junto con su esposa Ana María Gonzatto, brasileña residente en España desde hace 10 años, planearon sus vacaciones. Harían la ruta maya, que incluye México, Guatemala y Honduras, del 23 de julio al 15 de agosto de 2022.
Sin embargo, en marzo, Ana María sufrió el robo de su tarjeta de identidad de extranjero (TIE). Y aunque realizaron la denuncia y solicitaron con tiempo su reposición, no podrían tener el documento a tiempo para su viaje.
Acudieron a la embajada de México en Barcelona, y les informaron que los brasileños residentes en el espacio Schengen (26 países de la unión europea) no requerían visa, pero debían probar su residencia permanente. Igualmente intentaron solicitar el permiso a través del sitio web de Instituto Nacional de Migración sin éxito debido a fallas en el mismo.
Con todos los documentos que probaran la residencia de Ana María en España, iniciaron su viaje hacia México. Llegaron a Cancún el 24 de julio e ingresaron al País sin problemas. Realizaron la Ruta Maya en vehículo, a través de agencias locales, y autobuses de línea hasta Guatemala capital. El 13 de agosto, después de sus vacaciones, tomaron un vuelo desde Guatemala hasta Cancún, a través de Volaris. Sin saber que llegando a Cancún iniciarían los tratos inhumanos.
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Turistas retenidos en el aeropuerto de Cancún.
Los turistas, Miguel y Ana, llegaron al aeropuerto de Cancún, su plan era descansar en el destino para poder tomar al día siguiente su vuelo hacia España, vía Ibero Jet.
En la aduana, les informaron que la documentación de Ana no era válida para ingresar. Esto les extrañó, pues días antes, no habían tenido problema. Indicaron que no tenían inconveniente en quedarse en la terminal, a fin de no ingresar al país y esperar las 26 horas para tomar su vuelo a Barcelona.
Acto seguido empezaron las horas de terror para los turistas. La oficial de migración los llevó a la oficina de inmigración en el aeropuerto. Miguel no accedió a dejar sola a su esposa.
Los empleados los cuestionaron por no contar con el permiso. Explicaron su situación y los intentos que hicieron en la página del INM para obtenerlo. Uno de los agentes contestó riendo que la página siempre presentaba errores.
“El agente de la gorra llamó a una superior a quien le contó todo y ella se rió a carcajadas diciendo que nos tenían que devolver a Guatemala. El agente enseguida le informó a ella que estaba en altavoz… hecho que a ella ni le hizo inmutarse.”
Un representante de Volaris se apersonó para llevarlos de vuelta a Guatemala. Sin embargo, después de hablar con ellos y con el personal de migración, se retiró.
Relata Miguel, que poco tiempo después, una mujer, les dijo que los llevaría a una sala de espera. Con engaños, les dijo que dejaran su equipaje, y que entraran.
“Con el estrés, hicimos caso a la aduanera y al entrar nos dimos cuenta de la mentira de la señora y del horror de la inmigración.”
Tratos inhumanos por parte del personal de migración de Cancún.
Miguel y Ana estaban incrédulos ante la escena. Se trataba de una sala de aproximadamente 10×20 metros, con paneles de vidrios opacos y solo la puerta transparente, con cámaras de seguridad. El lugar estaba completamente iluminado y con el aire acondicionado al máximo. Según describe, había unas 70 u 80 personas, al menos dos mujeres embarazadas, y en determinado momento, 6 niños y bebés.
El baño de hombres estaba inundado con dos o tres cm de aguas residuales y sin luz, con retretes y lavabos tapados. Según el relato, esta agua llegaba casi a la mitad de la sala, hasta el colchón donde estaba una mujer embarazada. Su marido retiraba el agua como podía con una escoba. Había vómito y basura por todos lados, pues los depósitos de basura estaban llenos.
“Mi pareja y yo, perplejos e incapaces de creer lo que nos estaba sucediendo.”
Consiguieron un colchón para esperar y una manta de aluminio para aguantar el frío de la sala. El personal de migración les dio solamente 15 litros de agua, que resultaron insuficientes para todos.
En el lugar, Miguel describe, no podían saber la hora ni dormir. Solo se escuchaban lamentos y quejas. Al abrirse la puerta, todos salían a preguntar a los guardias, sin embargo, sólo recibían desprecio y mentiras a sus solicitudes.
El turista español pidió llamar por teléfono junto con un grupo de turcos. Estuvo fungiendo como intérprete debido a que el guía de los turcos hablaba inglés y Miguel podía traducir desde el inglés al español. Les decían que en 5 minutos podrían hablar, pero eso nunca sucedió.
“Nos estaban tratando inhumanamente, peor que a los perros. No hay palabras para describir la sensación de desesperación nuestra y del resto de la gente. No había higiene, salvo en el lavabo de las mujeres que solo limpiaron una vez durante cinco minutos en 24 horas. No había distancia social ni nada de seguridad al respecto del Covid u otras enfermedades.”
La pareja de turistas, empezó a hablar con el resto de las personas en la sala. El común denominador era que inmigración negaba la entrada por cualquier excusa. El peor caso era el de un polaco que llevaba ya cuatro meses en el lugar. Se cuestionaba el porque de los tratos inhumanos en un destino como Cancún.
“Aunque sea por una causa u otra por la que estuviéramos ahí, el trato que recibíamos era vergonzoso, cruel, inhumano y denigrante. Este comportamiento de la aduana de inmigración de Cancún transgrede cualquier derecho humano establecido. La situación de incomunicación y soledad era enorme.”
Hay una de esperanza de regresar a casa.
Miguel contó que, a primera hora de la mañana, del día 14, algunas compañías aéreas comenzaban a llevar comida a algunos. Los que no recibían no sabían que hacer, pero la gente dentro, más humana, compartía sus alimentos con los demás. Más tarde, una representante de Volaris les llevó fruta. Tuvieron que firmar que los recibieron bajo coacción, pues llevaban muchas horas sin recibir alimento.
La representante de Volaris les da una esperanza. Al informarle sobre los vuelos que tenían, les dijo que lucharía para que pudieran regresar a España. Sin embargo, solo lo sabrían al último momento.
“A partir de ahí la situación fue un continuo de lo padecido durante la noche. Mi mujer ayudó a traducir a los brasileños y yo hablaba con los nuevos llegados para ayudar, sobre todo los que solo hablaban un poco de inglés.”
Miguel y Ana cayeron en cuenta de que aún contaban con la bolsa de ella, donde tenían dinero y sus papeles, algo que a nadie más le dejaban. Además, tenía una cámara de fotos compacta. Con la misma pudo tomar algunas imágenes, y también pudo saber la hora.
“Había gente que se iba yendo puesto que la llamaban para volverse a su país, hecho que nos alegraba y deseábamos que nos sucediera.”
Más tarde, la representante de Volaris regresó con más alimento. Les dijo que 20 minutos antes de la salida de su vuelo, otro representante los buscaría y que estuvieran preparados. Finalmente había esperanza.
Emergencia Médica en la sala.
El turista explica que, alrededor de las 7 de la tarde, una señora recién llegada empezó a quejarse y gritar. Estaba embarazada y se le había roto la fuente. Empezaron todos a buscar cómo llamar la atención.
Los turistas en el exterior empezaron a gritar para pedir ayuda, sin embargo, no tuvieron más remedio que romper la puerta. Acto seguido, dos soldados con metralletas, más tres policías armados y cinco agentes de aduanas, se apersonaron para calmar la situación. Después de 15 minutos llegó un enfermero con una cama para llevarla.
A través de su relato, Miguel cuenta las historias de algunas de las personas que también tuvieron el infortunio de pasar por esa sala. Pero lo que más ha resentido, fue un padre con su hija de 11 años que intentaron ayudar que llamaran a su familia. Podían comunicarse gracias a la niña, que hablaba un poco de inglés. Sin embargo, los tratos tan inhumanos por parte de los guardias de migración en Cancún, lo hicieron derrumbarse.
El vuelo de regreso.
Finalmente escucharon sus nombres, a eso de las 9:30 de la noche. Un representante de Volaris, un guardia y una persona más habían ido a buscarlos. Los trasladaron en autobús de la terminal 2 hacia la terminal donde saldría su vuelo.
Los acompañantes tuvieron problemas para entrar a la terminal y luego para encontrar la puerta de salida. Finalmente los recibió la azafata de Iberojet y fueron de prisa hacia el avión. Recibieron de vuelta sus celulares. Las azafatas les entregaron sus pasaportes.
Llegaron a las 3 de la tarde a Barcelona. Ahí, tuvieron que esperar pues había otras parejas en su misma situación. Eran 4 en total. Fueron llevados a la oficina de la guardia civil, ahí, aunque fueron tratados amablemente, les informaron que tenían que cumplir con la ley internacional. Tenían que ficharlos al entregarles sus pasaportes, pues Cancún lo exigía.
Para finalizar su relato, Miguel cuestiona el porqué se permite que pasen estas situaciones. El señala que, sea como sea la gente, nadie merece un tratos tan inhumanos, en especial en un destino como Cancún.
“El muro que hay más arriba parece que también está en el ‘paraíso’ de Cancún… Nos ha parecido que a inmigración de Cancún le dictan desde algún puesto de arriba que tiene que echar al día a un determinado número de personas de México y con cualquier excusa echan a quien sea sin contemplaciones.”
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Hubo un cambio a lo requisitos de migración.
Lo que los turistas nunca supieron a través de migración, es que el día 3 de agosto entró en vigor un acuerdo de la Secretaría de Gobernación de nuestro País. Este, determina la aplicación temporal de visa en pasaportes ordinarios para ciudadanos brasileños, que tengan la calidad de visitantes sin permiso para realizar actividades remuneradas.
Debido a la fecha que ingresaron, el 24 de julio, esta medida no estaba vigente, pero entro en vigor el día 3 de agosto, al publicarse en el diario oficial. Por lo que al intentar ingresar el día 13 de agosto, ya era exigible.
Este tipo de modificaciones a los requisitos migratorios, son una pesadilla para los viajeros. Sin embargo, la denuncia de la pareja, sobre los maltratos de los que fueron objeto ellos y los que atestiguaron, plantea varios cuestionamientos sobre la actuación de la oficina de inmigración.