“Lo que entonces intuía y ahora creo, es que el poder se basa en el control de la comunicación y la información…”
Castells, M. (2009).
Que tiemblen las clases dominantes ante una revolución comunicativa. Los ciudadanos no tienen en ella que perder sino sus cadenas. Tienen un mundo que ganar.
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la importancia de los medios de comunicación en las democracias representativas, partiendo del supuesto de que el acceso a la información es siempre asimétrico y, destacando la relevancia de las grandes corporaciones multinacionales, que operan al margen de los controles democráticos.
Ante la importancia que los medios de comunicación adquirieron en los procesos políticos, Sartori (1998) sostiene que el impacto de la televisión ha modificado las relaciones políticas, puesto que, el ciudadano “opina” en función de cómo la televisión le induce a opinar; la televisión condiciona el proceso electoral, ya sea en la elección de los candidatos y/o el planteamiento de la competencia electoral.
En definitiva, es importante empezar a ser conscientes y críticos con los mensajes que recibimos a través de los medios de comunicación. Ya que estos, según Castells, no son el cuarto poder, son mucho más importantes: son el espacio donde se crea el poder. Y como todos bien deben de saber, el poder es ansiado y genera desigualdades dentro y fuera de las sociedades.
Este gran poder está siendo controlado por las grandes fortunas y empresas multimillonarias que lo aprovechan para intereses propios. Un poder que debería no estar en manos de nadie y que tendría que ser terreno neutral para que la verdad fuese relatada con las palabras adecuadas, evitando que la lengua del dinero sea la que tienda a dominar. Los que susurraban al pueblo se han visto sustituidos por quienes entienden los susurros del capital (Zeller), un proceso que tiende a degradar nuestro estado de libertad y lo convierte justo en su contrario.
Por tanto, podemos decir que el dinero está jugando un importante papel dentro de los estados democráticos, destruyendo la libertad y autonomía de estos para decidir sobre el futuro de sus ciudadanos. Ya no importa si dicha medida puede ser o no impopular, lo importante es satisfacer a los mercados internacionales y grandes empresas para que puedan cumplir sus objetivos.
En este contexto, los periodistas sirviendo como vasallos a una causa injusta que es la desinformación de la sociedad global en aras de un mundo sumiso, distorsionado la información, mintiendo e incluso insultando y calumniando y, recibiendo grandes beneficios por cumplir esa deplorable función.
Este papel cumplió durante las dictaduras América del Sur desinformando a los ciudadanos sobre los terribles crímenes que se estaban cometiendo.
En México, el tema de la reglamentación de los medios de comunicación es una necesidad urgente. El atraso de esas leyes es más notable comparado con el desarrollo político que han experimentado el resto de las instituciones mexicanas. De hecho, la reforma de los medios de comunicación tendría que haber sido parte de la reforma del Estado, a la par de la actualización a la legislación electoral.6
Una de las resistencias más fuertes para reformar las leyes de la materia es la de los propietarios de los medios electrónicos quienes, ante la posibilidad de una reforma, argumentan que se pretende atentar contra la libertad de expresión.
Este debate plantea un falso dilema entre libertad de expresión y derecho a la información, que legislaciones como la española han resuelto reconociendo el “derecho fundamental de todos a recibir una información veraz” (Escobar, 2000: 17), señalando con ello que la regulación e intervención no significa violación de la libertad de expresión sino salvaguarda del derecho a la información de los ciudadanos.
La democratización de los medios de comunicación es un tema crucial para garantizar la pluralidad, la participación ciudadana y la diversidad de voces en México, para ello es fundamental evitar que los medios de comunicación estén monopolizados, por el contrario, los medios de comunicación deben ser espacios abiertos a todas las ideas, conscientes de su responsabilidad educativa e informativa. Es éste un pendiente que deberemos resolver en los próximos años.