El ejército israelí ha lanzado una ofensiva terrestre en el sur de Líbano con el objetivo de evitar un ataque similar al perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó 1,200 israelíes muertos. Según las autoridades militares, la invasión se centra en neutralizar a Hezbolá, una organización chií respaldada por Irán que, según Israel, planeaba un ataque a gran escala contra civiles israelíes bajo el nombre “Operación Galilea”.
La incursión militar se ha desplegado principalmente en la aldea de Labouneh, cerca de la frontera con los el país judío, donde las fuerzas judías han encontrado una red de túneles con armas avanzadas, explosivos y suministros médicos, lo que apunta a una preparación para un ataque masivo. El ejército también ha señalado que Hezbolá posee un arsenal armamentístico sofisticado, con equipos provenientes de Irán, Rusia y Corea del Norte, lo que lo convierte en una amenaza significativa en la región.
En las últimas dos semanas, más de 1,500 libaneses han muerto en los bombardeos y combates, y más de 80,000 israelíes han sido evacuados de sus hogares en el norte del país judío debido a la creciente tensión. Las fuerzas israelíes han ordenado la evacuación de más de un centenar de localidades en el sur de Líbano, desplazando a más de 1.2 millones de personas, en un esfuerzo por debilitar la influencia de Hezbolá en la zona.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha pedido a la ONU que retire su misión de paz en Líbano, acusando a Hezbolá de utilizar sus instalaciones como escudos humanos, lo que ha generado heridos entre los cascos azules de la ONU.
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