El 9 de febrero Ricar López Luiña iba escuchando en la radio la aprobación en el Congreso del proyecto de ley de bienestar animal algo que lo enfureció.
“Voy a hacer un vídeo que se va a hacer viral”, pensó. Mientras repasaba los animales, desahogó su frustración. “La gente que no vive en la naturaleza, ¿me vais a tener que decir a mí cómo tratar a los animales? ¿Qué pasa en este país? ¿Ellos deciden si puedo tener o no gatos? ¿Si tengo que capar a mis animales? Estáis rompiendo el ciclo de la naturaleza“.
El caso de Ricar tuvo un gran alcance en redes sociales. “Aquel día estaba muy enojado, esta vez se habían pasado y no tiene que ver con ninguna ideología”.
A los 18 años, Ricar, compró cuatro hectáreas de terreno en el concejo de Navia, Asturias, y durante dos décadas transformó el paraje en una reserva autosuficiente llamada Cerro del Castán.
Su familia convive con animales domésticos y salvajes que a veces aparecen, como la raposa (el zorro) o el lobo.
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El artículo 24.1 de la ley establece que “todas las personas están obligadas a tratar a los animales conforme a su condición de seres sintientes”.
Esa es la sensibilidad urbana. Los animales no tienen derechos porque no tienen obligaciones. ¿Por qué no se puede matar a un rato que entra dentro de una casa? Las ratas son seres sintientes. ¿Qué van a hacer los productores de cereales con la plaga de ratones? Los perros están en el mundo para que les puedas poner una chaqueta
Ricar
También expuso algunos argumentos de la zona, cómo, “No han contado con los veterinarios. Hablé con uno el otro día. Y argumento con más de 270 razones relacionadas con la ley. No les dieron respuesta.”
Ricar asegura que no es la forma correcta
Cada mañana, desde las siete, pasa una hora cuidando los animales. “Tengo cuatro caballos y una potra. Una burra. Un ‘montaña de los pirineos’. Una piara de ovejas, gallinas, cabras, perros y gatos, que los tengo como señoritos”.
El problema, es que con esta ley van a lograr que haya muchos más animales abandonados que antes. A mí perro, que lo tengo para proteger a los demás animales del lobo, ¿cómo lo considero? Me hace compañía y es guardián. Lo importante es cuidar de él y no maltratarlo y para eso no hacen falta leyes. Todos conocemos la diferencia
Los gatos le ayudan a controlar a los pájaros que picotean la comida de sus animales. La ley no permite que los animales salvajes que recuperen en su terreno. No tiene sentido.
Ricar propone un mundo con equilibrio, entiende los cambios legislativos, pero se han soprepasado.
De pequeño mi pasión eran los jilgueros. Me encantaba cazarlos. Después lo prohibieron. Cuandó el tiempo suficiente entendí que no tenía sentido privarles de libertad. También pasé tres días sin dormir. Llegué a la conclusión de que estaba humanizándolos y así no es. No puede imponerse esa idea. Toda la vida me enseñaron que no era así.
Ricar considera que hay más maltrato en castrar a un perro o a un gato. “Va contra la naturaleza. Debemos respetar los ritmos de los animales”. Pero los políticos no piensan en su modo de vida.
Hace unos años, un lobo me comió a Torolo, un potro que tenía. Venían muchos niños a montar en Torolo. Por la mañana no aparecía. La noche anterior escuché ladrar a los perros. Me jodió mucho que se comiera a mi poni, pero no fue culpa del lobo. El lobo se desplazó hacia tierras más bajas por culpa de los políticos. Aprobaron la instalación de eólicos un mes antes de la paridera de las lobas. Empezaron a dinamitar el monte. ¿Cómo no iban a bajar a la reserva, donde tienen acceso fácil a la comida y protección? No entienden nada
La ley de bienestar animal insiste en gentrificar el campo. “Solo nos quieren dividir”
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Con información basada de El Mundo