Según la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), mencionó que el gasto total en el Tren Maya hasta el momento rondará en 230mil millones de pesos. Es decir, por lo menos 100 mil millones más de lo que en un inicio se había dicho que sería su costo total.
Al igual, se había dicho que no se tiraría un solo árbol. Lo cual, por mucho, se llevó cientos de hectáreas de árboles y fauna de la región.
Los cenotes y ríos subterráneos afectados son innumerables, afectando el segundo acuífero más importante de México, después de Chiapas. Es decir, en el discurso se dijo que se afectaría con el aeropuerto de Texcoco de la Ciudad de México un lago que ya no existe. Pero con el Tren Maya sí se afectó un lago subterráneo más que vigente.
El presupuesto, el dinero, salió de la adecuación de varios rubros federales. El dinero no aparece, se recortaron presupuestos fundamentales para poder destinarlos a esa obra.
Y el tren se llevó.
Lo que el tren se llevó, se llevó más del doble del dinero presupuestado. Más árboles de lo que podamos imaginar, más fauna de lo pensable, más agua que el aeropuerto cancelado de Texcoco. Más cavernas y vestigios arqueológicos de lo que el oficialismo dice (eso si lo dice).
Lo que habrá que esperar, es que el turista se subirá al tren a ver selva y más selva al doble que cualquier otro transporte. A ver que en cualquier momento se llevará a alguna especie que se atreviese. Porque, hasta el momento, ninguna barrera parece estar presente en la construcción, además que todo es foto y no fondo.
Esperemos pues, que por primera vez el régimen hable con verdad de derrama económica como resultado de una inversión. Y no sólo sean espejitos de una ilusión presidencial.