Joaquín Pacheco Castro
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He aquí navegando en las corrientes priistas que se disputaron la sucesión del presidente Enrique Peña Nieto, prácticamente durante todo su sexenio; los tradicionales rudos encabezados por el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y los técnicos académicos capitaneados por el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso; con un saldo favorable para los últimos con la designación como precandidato del PRI a la Presidencia de la República de José Antonio Mead Kuribeña.
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Osorio Chong no entendió las señales del mandatario del país ni capitalizó su posición de único Secretario de Gobernación en el sexenio, lo que debió traducirse en estabilidad política para él y en gobernabilidad para el Presidente de la República; su talón de Aquiles fue navegar sólo para su grupo y salirse de la línea de Los Pinos; compitió por la sucesión de manera desleal y arropando al priismo más corrupto del país; y por si fuera poco, se le salió de control la inseguridad pública, amén de los obscuros negocios en los que ha sido involucrado en el escenario nacional.
El ex gobernador de Hidalgo confió en sus acuerdos con los encantadores de serpientes y dinosaurios priistas Emilio Antonio Gamboa Patrón, actual líder del Senado, y Manlio Fabio Beltrones, ex Líder de la Cámara de Diputados y ex presidente del PRI; con quienes subestimó al grupo de técnicos académicos, que al final les dieron una lección de política.
Olvidaron que el artífice al inicio del sexenio del Pacto por México fue Luis Videgaray; quien también encabezó la política económica de México desde la Secretaría de Hacienda; quien al “afaire” con el candidato a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ipso facto dimitió para reaparecer como Secretario de Relaciones Exteriores justo cuando el republicano ya era Presidente del vecino país del norte, y con cuyo equipo trae las negociaciones del TLC y de la ignominia social del muro, al tiempo que cabildeó la virtual candidatura del PRI a la Presidencia de México de José Antonio Mead Kuribeña.
En este azul profundo, Quintana Roo también fue escenario de la lucha marina referida, ahora con cartas de navegación hacia tierra firme para el gobernador Carlos Joaquín González, quien al ser desterrado por los tradicionales rudos de la candidatura del PRI a la gubernatura, ipso facto el manto marino de los técnicos académicos lo cobijó, tuvo candidatura de alianza y ganó la gubernatura.
Templó el acero contra la corrupción felixista-borgista, con apoyo desde Los Pinos, y ahora podrá capitalizar su participación en el proyecto de José Antonio Mead que navega más allá del PRI en aguas multicolor. Para pronto, van viento en popa las propuestas del Gobernador del Cambio para renovar las delegaciones federales.
Por añadidura, al naufragar en sus aspiraciones Miguel Angel Osorio Chong, ipso facto también se debilitan sus seguidores, en Quintana Roo verbigracia los felixistas-borgistas.
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