Los recientes crímenes cometidos por grupos del narcotráfico, como la decapitación del alcalde de Chilpancingo y la de cinco personas en Ojuelos, Jalisco, tienen un claro objetivo: generar pánico y terror entre la población civil. Así lo advirtió el consultor en seguridad y políticas públicas, David Saucedo, en una entrevista para Aristegui en Vivo.
La violencia como herramienta de control
De acuerdo con Saucedo, los actos de extrema violencia realizados por los grupos criminales no solo buscan sembrar el miedo entre la población, sino también enviar mensajes que se difunden ampliamente. Estos actos se inscriben en una estrategia que, en muchos casos, puede calificarse como narcoterrorismo, ya que los grupos delictivos pretenden influenciar a las autoridades para que tomen decisiones políticas favorables a sus intereses.
Caso Chilpancingo: un mensaje para los alcaldes
El caso del asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, quien fue decapitado, es un claro ejemplo del uso de la violencia como mensaje. Según Saucedo, este brutal crimen tiene la finalidad de advertir a otros presidentes municipales que se niegan a pactar con los cárteles que operan en la región, como “Los Tlacos” o “Los Ardillos”.
Narcoterrorismo y su impacto en las autoridades
El uso del terror por parte del narcotráfico no solo afecta a la población civil, sino que también tiene como objetivo manipular a las autoridades para que actúen en beneficio de ciertos grupos criminales. Este fenómeno, conocido como narcoterrorismo, se caracteriza por una violencia extrema que busca presionar a las instituciones gubernamentales y, en última instancia, influir en las decisiones políticas a nivel local y nacional.
Consecuencias para la seguridad pública
La creciente violencia relacionada con el narcotráfico y la falta de control sobre estos grupos en diversas regiones de México han puesto a las autoridades en una situación delicada. El miedo generado entre funcionarios y ciudadanos dificulta la implementación de políticas efectivas de seguridad y aumenta la percepción de impunidad en estos territorios.
Con estos actos, los grupos criminales no solo demuestran su poder, sino que también refuerzan su capacidad para intimidar y controlar territorios estratégicos, afectando gravemente la seguridad y estabilidad política del país.
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