El papa Francisco reapareció públicamente este Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro, tras semanas de ausencia debido a su recuperación médica. Sentado en una silla de ruedas, sin el apoyo de oxígeno, saludó a unas 50,000 personas congregadas en el lugar y pidió al maestro de ceremonias que leyera su mensaje de Pascua. Después, subió al papamóvil para recorrer el lugar por varios minutos, incluso deteniéndose a bendecir a algunos niños.
Esta fue su primera aparición desde que recibió el alta el 23 de marzo, tras haber pasado 38 días en el hospital por una neumonía bilateral. A lo largo de la Semana Santa, no participó en los ritos tradicionales, lo que generó inquietud entre los fieles. Su presencia en esta celebración pascual buscó transmitir un mensaje de cercanía, a pesar de las visibles dificultades físicas.
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Desarme como llamado central
En su mensaje, el papa dedicó palabras claras contra la militarización global. Criticó directamente la “carrera general para el rearme” y pidió que los recursos destinados a la industria militar se enfoquen en combatir el hambre y apoyar a los más vulnerables. Subrayó que “la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme”, destacando la necesidad de un enfoque más solidario y pacífico frente a las tensiones actuales.
Francisco instó a los gobiernos a utilizar el diálogo como vía para resolver conflictos. Hizo énfasis en que la seguridad nacional no debe convertirse en una justificación para la acumulación de armas. En su mensaje, advirtió que los esfuerzos defensivos pueden terminar alimentando los conflictos si no se acompañan de medidas humanitarias y diplomáticas.

Conflictos en la mira del Vaticano
El mensaje papal incluyó una amplia lista de situaciones de violencia y guerra en diferentes regiones del mundo. Francisco mencionó el conflicto en Gaza, donde expresó preocupación por la situación de la comunidad cristiana local, así como por la crisis humanitaria. También pidió un alto al fuego y la liberación de rehenes.
Entre otros puntos, criticó los ataques a hospitales y al personal humanitario, sin hacer referencia específica a una región. Rechazó todo tipo de agresión que afecte a civiles y demandó soluciones justas mediante el diálogo.
El papa se refirió también a Ucrania, pidiendo que se mantengan los esfuerzos diplomáticos para alcanzar una paz duradera. Señaló la necesidad de avanzar en un acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán y llamó a evitar nuevas tensiones en los Balcanes occidentales.
Preocupación por la exclusión y el antisemitismo
Además del escenario bélico, el papa abordó otras formas de violencia. Lamentó la violencia doméstica, especialmente contra mujeres y niños, y el abandono de los más marginados, incluyendo migrantes. Enfatizó que “cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias” y pidió mayor protección a los sectores vulnerables.
Francisco expresó su inquietud por el aumento del antisemitismo en diversas partes del mundo, calificando esta tendencia como alarmante. También mencionó a las comunidades cristianas en Siria, el Líbano y Yemen, este último envuelto en una de las crisis humanitarias más prolongadas a nivel global.

Pidió apoyo para Myanmar, país afectado por conflictos armados internos y las consecuencias de un fuerte terremoto. Destacó la resistencia de la población ante estas adversidades y pidió más apoyo internacional.
Un llamado a la esperanza en tiempos difíciles
El mensaje papal tuvo un tono firme, pero también esperanzador. “Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible”, declaró. Este deseo se vio reforzado por su presencia, aunque limitada, en la ceremonia pascual. La misa fue oficiada por el cardenal Angelo Comastri, mientras Francisco permanecía al margen, respetando su proceso de recuperación.
El gesto de recorrer la plaza en el papamóvil, acompañado de bendiciones a niños, fue interpretado como un símbolo de continuidad en medio de las limitaciones físicas del pontífice. Aunque no pudo hablar extensamente en público, su mensaje transmitido por el maestro de ceremonias mostró la voluntad del Vaticano de mantenerse activo ante los desafíos internacionales.
Reunión con vicepresidente estadounidense
Antes de la misa, el papa Francisco recibió al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en su residencia de Casa Santa Marta. Fue un saludo breve con motivo de la Pascua. La oficina de prensa del Vaticano confirmó el encuentro sin dar mayores detalles, manteniéndose en el tono protocolar.
Este tipo de encuentros forma parte de las relaciones diplomáticas que el Vaticano mantiene con diversos gobiernos. Aunque no se abordaron temas específicos públicamente, la presencia de un alto funcionario estadounidense fue significativa dentro del contexto de la Pascua.
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