La transculturización es un fenómeno inevitable que se presenta en la zona Norte de Quintana Roo, en donde un 63 por ciento de los habitantes son indígenas que arriban en busca de nuevas oportunidades para con ello dejar atrás usos y costumbres. En contraste con el sur, donde se rescatan las tradiciones mayas ancestrales en las nuevas generaciones.
De acuerdo con Bernardo Pat May, delegado del Instituto para el desarrollo del Pueblo Maya (Inmaya) en este destino viven 63 por ciento de indígenas, no solo de la península, también arriban tabaqueños, chiapanecos y de diferentes etnias, pero también afro mexicanos que vienen en busca de una mejor calidad de vida.
Indicó que la parte de la transculturación es inevitable, ya que cuando los jóvenes indígenas abandonan sus pueblos para buscar mejores condiciones de vida, se ven sujetos en esa transformación cultural, ya no se visten igual y la tecnología abona a que se olviden sus raíces y costumbres.
“Adquirir nuevas costumbres y dejar atrás raíces es muy común en ciudadades como Cancún, a donde llegan buscando nuevas oportunidades, abandonan sus raíces y la tecnología abonan mucho a ello”, explicó.
TRADICIONES SOBREVIVEN EN EL SUR
En el sur del estado, según explicó el delegado, las tradiciones sobreviven, ya que se han creado talleres, por ejemplo, que además de cumplir la función de transmitir las costumbres ancestrales como el bordado entre las nuevas generaciones, han venido a dar un ingreso a los artesanos mayas.
“Estos trabajos que se hacen en la promoción de actividades como el bordado de Xpichil, municipio de Felipe Carrillo Puerto, son los que el mismo Tren Maya con la movilidad que generará, ayudará a promover”.
“Las mujeres indígenas mayas no trabajan recibiendo un sueldo, son muy trabajadoras en los quehaceres del hogar, pero por ello no reciben una remuneración económica, en cambio, con este tipo de programas, ellas promueven la tradición del bordado y reciben una remuneración económica”, expuso.