“Muéstrame tus prisiones y te diré que sociedad tienes” Foucault
Hoy nos ocuparemos de los olvidados dentro de los olvidados, la población carcelaria en el sistema penitenciario. El actual gobierno, de configuración humanista y progresista, no ha atendido a las cárceles de la manera que correspondería a esa posición, las autoridades del sistema penitenciario han demostrado su fracaso y corrupción, pero siguen en sus puestos hace más de 10 años.
En lo que prácticamente todos los autores están de acuerdo es que mientras exista la cárcel, ésta debe tender a que el encierro sea un proceso no des-socializante, buscando evitar el desarraigo social y familiar y, haciendo que la preparación para la vida en libertad sea el objetivo fundamental.
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Letra muerta en sistema penitenciario
Nuestro marco jurídico así lo señala, pero no se cumple, ya que lo que prevalece es la existencia de un sistema penitenciario sujeto al abuso de la prisión, el hacinamiento, el consumo de drogas, la corrupción, el maltrato, el retraso en la sentencia, entre otro tipo de abusos de nuestro sistema penitenciario.
La conducta criminal está estrechamente relacionada con sociedades carentes de justicia social. En Estado Unidos, país con el mayor número de presos por 100.000 habitantes, y, donde la mayoría son de raza negra. Cerca del 7% de su población son de raza negra y más del 40% de los presos son de esa raza. Allí, las redadas masivas logran mantener las grandes ganancias a la “industria penitenciaria”.
En nuestro país también se privatizaron algunas cárceles durante el gobierno de Felipe Calderón.
El fracaso del sistema
Nuestras cárceles están ocupadas en su mayoría por jóvenes pobres, más del 81% de los presos cometió delitos patrimoniales. Dos de cada tres internos cumplen sentencias por robo simple, la mitad de ellos por robos menores a 2000 pesos, y una cuarta parte de ellos por robos menores a 500 pesos. Nuevamente la exclusión y marginación nos muestra su peor cara. El 84% de los internos es reincidente, lo que muestra el fracaso del sistema.
Al 93% de los internos no le mostraron orden de aprehensión cuando lo detuvieron (flagrancia); el 76% nunca pudo hablar con el juez, y en el 69% no estuvo presente el juez cuando rindió su declaración preparatoria; más de una tercera parte aún no ha sido sentenciado. Todo esto debe tenerse en cuenta cuando se realice la urgente reforma judicial, porque el poder judicial parece estar más preocupado por invadir las funciones del resto de los poderes que de impartir justicia.
Nuestra responsabilidad
Nuestra responsabilidad es preguntarles a los candidatos a ocupar algún cargo de elección popular, cómo van a mejorar nuestras cárceles; debemos medir la eficacia del sistema carcelario por el número de reincidentes; comprometernos y organizarnos con familiares de los presos para mejorar las condiciones de los internos y, prepararlos para su vida en libertad; exigir que la justicia que sea rápida y expedita.
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