Ciudad de México.- El Programa de Investigación en Cáncer de Mama del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM está dando resultados prometedores que permitirán mejorar el diagnóstico y tratamiento de las pacientes afectadas por esa enfermedad que, desde 2006, es la principal causa de muerte entre mujeres en edad reproductiva en nuestro país.
Su perspectiva es encontrar mejores diagnósticos tempranos que incrementen la posibilidad de sobrevivencia de las enfermas, y mecanismos para el control del tumor, así como el que este tipo de cáncer y otros se vuelvan enfermedades crónicas controladas, explicó Alfonso León del Río.
Nueve laboratorios del IIBm en el campus de Ciudad Universitaria, más otros en los institutos nacionales de Cancerología (INCan) y de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), así como el Centro Hospitalario ABC, son parte del proyecto.
El investigador de Biomédicas expuso que hasta ahora se han identificado dos nuevos marcadores tumorales: unas proteínas denominadas NHERF-2 y TTP, cuya expresión cambia cuando las células pasan de ser “sanas” a cancerosas, y que podrían utilizarse como un método de diagnóstico o abrir la puerta a nuevos tratamientos.
Una proteína (oncoproteína) funciona como “acelerador” y la otra como “freno” (supresor tumoral) de la división celular. Cuando la regulación de los niveles de estas proteínas se pierde el resultado es la división sin control de las células.
Asimismo, Alejando Zentella, del IIBm en el INCMNSZ, ha encontrado que la Dexametasona, un fármaco análogo al cortisol, que se utiliza para controlar el vómito en las pacientes que reciben quimioterapia, también echa a andar un mecanismo que protege a las células, incluidas las malignas, de morir, por lo cual, el efecto es contrario al deseado.
Los niveles de cortisol en el organismo cambian durante el día, siendo más elevados por la mañana, justo cuando la mayoría de las pacientes reciben la quimioterapia. Si esa hormona natural está involucrada en proteger a las células contra la apoptosis o muerte celular programada, “podemos sugerir que el tratamiento se administre por las tardes”.
León del Río indicó que otro de los resultados ha sido identificar una proteína que denominaron ERAP-1 (Estrogen Receptor Associated Protein), que produce las células de cáncer de mama en cantidades muy elevadas, y aumenta su velocidad de proliferación y capacidad para formar tumores.
En cultivo de laboratorio, esas células no responden al Tamoxifen (fármaco que desde la década de 1980 ha logrado reducir enormemente la tasa de mortalidad por este mal), por el contrario, crecen y forman más tumores.
Saber cómo los genes cambian su expresión en respuesta a esta proteína es importante, porque probablemente nos ayude a comprender la causa por la que los tumores dejan de responder al fármaco. Entender el mecanismo de resistencia tumoral al tratamiento hormonal podría, en principio, contribuir a encontrar tratamientos para que el Tamoxifen vuelva a ser efectivo cuando la paciente tenga una recaída.
León del Río resaltó que “la tasa de mortalidad por cáncer de mama ha ido en incremento en los últimos 10 años y ya desbancó al cervicouterino” como la principal causa de muerte por neoplasia en nuestro país.
Fuente: UNAM